Bombay – New Delhi
This work is the story of a trip I started in Bombay on February 15, 2018 and ended three months later in New Delhy. It contains six stories based on my own experiences and anecdotes lived in India from my particular point of view. Each one of the stories describes an anecdote in which one discovers the different social aspects that I have been knowing and at the same time assimilating from the Hindu country
La revitalizada galería de arte está llamada a redefinir el paisaje cultural.
Con una meticulosa atención al detalle y un compromiso con la excelencia, creamos espacios que inspiran, elevan y enriquecen la vida de quienes los habitan.
Durante las tres semanas que pasamos con la familia de Dipankar las dedicamos a recorrer la jungla del estado de Assam. Nuestro amigo nos ofreció el coche familiar para que pudiéramos desplazarnos por la zona, un viejo monovolumen que apenas utilizaban.
Con vehículo propio teníamos la libertad de parar donde nos apetecía y comenzó a rondarnos por la cabeza la idea de comprar uno. Le propusimos a Dipankar alquilarle el coche, pero su padre se opuso y nos pusimos a sondear el mercado de segunda mano. Los precios resultaban accesibles, pero en la India está prohibida su venta a los extranjeros y tuvimos que convencer a nuestro amigo de que la pusiera a su nombre, prometiéndole que se lo regalaríamos al final del viaje en Delhi.
Études no se limita al pasado: nos apasionan los diseños de vanguardia que dan forma a nuestro mundo actual.
Las presentaciones dieron paso a la inspección del vehículo donde comprobamos que casi se caía a trozos y que los arreglos nos iban a costar una pasta. Le pedimos una rebaja, pero el hombre se mantuvo firme y nos condujo hasta donde tenía un pequeño coche rojo TFG PERIODISMO Universidad Miguel Hernández Miguel Ángel Alberola Sánchez 29 medio escondido por los arbustos que habían crecido a su alrededor, el coche llevaría allí instalado por lo menos dos años.
Dos días después contactamos con un hombre llamado Deka de Guwahati que vendía un monovolumen de la misma marca que el que tenía la familia Baraly, hicimos cuentas y nos fuimos a por él. El viaje en autobús afianzó en mí la idea de que era mejor morir en la India conduciendo yo mismo que poner mi vida en manos de los conductores hindús.
La furgoneta estaba en medio del patio de la casa y a pesar de que la habían lavado su aspecto era cochambroso. Media docena de hombres flanqueaban la entrada de la vivienda, unos sentados en los escalones, otros apoyados en sus pilares. El dueño estaba sentado en una silla detrás de todos, daba la impresión de que nos encontrábamos en una pequeña corte.