LIMBO

El Estado de Veracruz, en el golfo de México, estuvo inmerso en una espiral de violencia iniciada con el gobierno de Javier Duarte (2010-2016) sospechoso de corrupción, delincuencia organizada y asesinato de periodistas. Las disputas entre el Cártel de Jalisco y los Zetas por el control de negocios del narco se tradujeron en multitud de casos de personas desaparicidas de forma impune. En octubre de 2016, tras ser acusado colaboración con el crimen organizado , el gobernador Javier Duarte huyó del país en uno de los momentos en que los casos de desaparecidos aumentaron hasta convertirse en una crisis humanitaria.

Debido a la pasividad y colaboración de las autoridades con el narco, madres con hijos desaparecidos han tenido que organizarse en colectivos como ’Solecito’ para buscar justicia. Sin experiencia previa, estas madres están teniendo mejores resultados que la propia policía en la búsqueda de cuerpos. Sus peores sospechas se confirmaron cuando comenzaron a excavar en la zona de ‘Colinas de Santa Fe’, al norte del Puerto de Veracruz, y dieron con los primeros cuerpos. Los datos más recientes cuentan más de 250 calaveras encontradas. Aun con más de la mitad del terreno por excavar, ya se habla de la zona como el cementerio clandestino más grande de México.

Muchas madres hablan de sufrir problemas mentales tras las desapariciones. Problemas como ver a sus hijos en otras personas o en ilusiones. Para estas personas una de las cosas más difíciles es no haber tenido la oportunidad de dar el último adiós. La desaparición obliga a las familias a vivir en un estado de angustia al ser imposible determinar si sus familiares siguen vivos o muertos. Tras la desaparición algunos cuerpos aparecen en los márgenes de las carreteras de Veracruz. Otros desaparecen para siempre atando a las madres a una búsqueda sin fin. Viviendo entre la esperanza de encontrar a sus hijos con vida y a la vez ansiosas de encontrar un cuerpo que confirme la muerte para poder llorarlo y descansar de la búsqueda.